"Estoy hablando de la virtud, pues ésta se refiere a las pasiones y acciones, y en ellas hay exceso, defecto y término medio. Por ejemplo, cuando tenemos las pasiones de temor, osadía, apetencia, ira, compasión, y placer y dolor en general, caben lo mucho y lo poco, y ninguno de los dos está bien; pero si tenemos estas pasiones cuando es debido, y por las cosas y hacia las personas debidas, y por el motivo y la manera que se debe, entonces hay un término medio y excelente; y en ello radica, precisamente, la virtud. En las acciones hay también exceso y defecto y término medio. Ahora, la virtud tiene que ver con pasiones y acciones, en las cuales el exceso y el defecto yerran y son censurados, mientras que el término medio es elogiado y acierta; y ambas cosas son propias de la virtud. La virtud, entonces, es un término medio, o al menos tiende al medio."
ARISTÓTELES, Ética a Nicómaco, libro II, 1106b.
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Truman Burbank es un hombre corriente que vive en una idílica población donde todo es perfecto. Lleva toda la vida allí, y nunca ha salido más allá de los límites del pueblo. En su vida no hay problemas pero , a lo largo de los últimos días, extraños sucesos le hacen sospechar de que algo extraño ocurre... En realidad Truman es el protagonista de un popular programa de televisión en el que aparece durante las 24 horas del día sin saberlo. El pueblo donde vive es un decorado, las personas con las que se relaciona son actores y al descubrirlo intentará hacer algo.
«‑Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo largo de toda la caverna y unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello, de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia delante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo lejos, y en el plano superior, entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto, a lo largo del cual suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquellos sus maravillas.
‑Ya lo veo ‑dijo.
‑Pues bien, ve ahora a lo largo de esa pared unos hombres que transportan toda clase de objetos, cuya altura sobrepasa la de la pared y estatuas de hombres o animales hechos de piedra y de madera y de toda clase de materias; entre estos portadores habrá, como es natural, unos que vayan hablando y otros que estén callados.
‑¡Qué extraña escena describes y qué extraños prisioneros!
‑Iguales que nosotros –dije ‑ porque ¿crees que los que están así han visto otra cosa de sí mismos, de sus compañeros y de los objetos transportados sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que está frente a ellos?»
Somos los errantes.
Pero el andar del tiempo
tomadlo como nimiedad
en lo que siempre permanece.
Todo aquello que corre
habrá pasado ya;
pues sólo lo que queda
nos inicia.
No echéis, muchachos, el valor
a la velocidad
ni al intento de vuelo.
Todo ha descansado:
tiniebla y claridad,
flor y libro.